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SCORIE debuta con The Leash and The Fury: una declaración de principios disfrazada de monólogo sexual torturado


La disquera Géographie acaba de sumar a su catálogo una propuesta que no pasará desapercibida: el cuarteto francés SCORIE. Su sencillo debut, The Leash and The Fury, es una declaración de principios disfrazada de monólogo sexual torturado.


Bajo una base hipnótica de bajo y batería, sintetizadores inquietantes y una voz grave que suplica ser maltratada, la banda entrega una pieza que se mueve entre el placer de la servidumbre y el asco que esta provoca. Una especie de plegaria kinky convertida en sátira política, que encuentra su lugar entre el post punk actual más crudo y la intensidad emocional de referentes como Nick Cave o The Doors. Lejos de seguir fórmulas, SCORIE es una anomalía deliciosa: un estofado bourguignon donde el vino fue reemplazado por coñac, una camiseta sin mangas en pleno invierno, una carcajada sarcástica lanzada en medio de una crisis existencial.


En ese espíritu contradictorio y visceral, el grupo construye su identidad: cuatro desencantados que miran el baile social con la misma necesidad que desprecio. Después de un año cocinando su primer EP, The Leash and The Fury llega como ese primer sorbo de un brandy añejo, raro, potente, inolvidable. Escuchar SCORIE es como viajar en primera clase con los pies metidos en un charco de mierda: incómodo, elegante, brutal y totalmente sincero. Si los ves en vivo, prepárate para liberar la violencia interior mientras te inunda una melancolía que no pide permiso. Ah, y si lo pides con educación, quizás su cantante te deje probar un trago de esa misteriosa “vieille prune” que siempre carga como si fuera el osito de peluche de alguien que ya no puede dormir.


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