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EL ESPIRITU INDOMABLE DE LA ZONA ESTE DE TIJUANA Y SU REVOLUCIÓN ROCANROLERA

TIJUANA: UNO DE LOS GRANDES  EPICENTROS DEL ROCK MEXICANO

El rock y la música alternativa tienen raíces profundas en Tijuana, con la ciudad ganando fama mundial desde la época dorada de la Avenida Revolución en los años 50 y 60, gracias a figuras como Javier Bátiz y Carlos Santana. Desde entonces, la ciudad ha sido cuna de diversos movimientos musicales: el metal y el punk en los años 80 con bandas como Solución Mortal y Mercado Negro, el synthpop a mediados de esa década con agrupaciones como Avant Garde y Laplace, y la explosión alternativa en los 90 con Tijuana NO! y Mexican Jumping Frijoles.

 

A principios de los 2000, el Nortec Collective consolidó la identidad musical de la ciudad a nivel internacional. Históricamente, el epicentro de la escena musical ha sido la zona centro, con la Avenida Revolución como núcleo. Su cercanía con la frontera y la garita internacional permitió que foros y bares dieran cabida a estos movimientos, centralizando la vida nocturna y artística de Tijuana.

Sin embargo, el este de la ciudad, cada vez más poblado y con un creciente interés en generar su propia identidad cultural, ha comenzado a ganar relevancia. A lo largo de los años, ha habido intentos esporádicos por descentralizar la escena musical, pero es en la actualidad cuando estas iniciativas están tomando mayor fuerza. La Caja Del Sapo, junto a bandas emergentes como Los Jumping Beans y Bailarina Sin Cabeza, están liderando un movimiento que busca redefinir la música local en la periferia de la ciudad, similar a lo que sucede en otras urbes alrededor del mundo.

El objetivo de este texto es establecer un panorama de lo que está ocurriendo actualmente en la escena musical de Tijuana, especialmente en el este de la ciudad, donde las nuevas propuestas buscan enriquecer y diversificar el legado musical tijuanense.

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ANTECEDENTES DEL NACIMIENTO DE LA ZONA ESTE

La explosión demográfica en esta zona se remonta a la Ley Seca de hace ya casi un siglo y el movimiento Bracero en los años 50. Sin embargo, fue en los 60 cuando la industria maquiladora se consolidó, destacando en la zona de La Presa Abelardo L. Rodríguez.

 

El crecimiento continuó en las décadas siguientes hacia lo que sería conocida como Ciudad Industrial en la Mesa de Otay, abarcando el Blvd. Alberto Limón Padilla y las áreas cercanas a la Garita, así como los ejidos aledaños entre los años 70 y 80. Esto atrajo migrantes del interior del país, apoyados por la construcción de viviendas del programa INFONAVIT.

 

En los 90, la venta de terrenos en El Florido y Mariano Matamoros impulsó nuevos asentamientos. Aunque áreas como La Presa, Los Pinos,  El Cerro Colorado y El Lago ya estaban habitadas, nuevos desarrollos surgieron gracias a la construcción de vialidades como los blvds. Cucapah, Manuel J. Clouthier y 2000, que conectaron estas zonas con Tecate y Rosarito.

En 2013 se reconoció la Delegación Presa Este, que abarca colonias como Palma Real, El Laurel, Natura, y El Florido, entre otras. La zona cuenta con fábricas, transporte público y comercio, pero sigue enfrentando desafíos importantes en infraestructura y seguridad, con altas tasas de violencia, siendo factor el abandono gubernamental.

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PRIMEROS INTENTOS ROCKEROS

La zona este de Tijuana se ha caracterizado por su tradición y preferencia por géneros musicales como el mariachi, norteño, cumbia y, más recientemente, estilos urbanos como el hip hop, trap y reggaetón. Sin embargo, desde la década de los noventa, músicos y promotores han intentado llevar el rock a esta área de la ciudad.

Uno de los antecedentes más importantes fue un festival en el Salón El Barretal en 1995, que contó con la participación de bandas como Tijuana NO! y Valles Brothers desde Texas. En 2008, la banda de ska Almalafa organizó conciertos en el Salón Mirage del Centro Comercial El Tigre, en el Mariano Matamoros, fomentando la presencia del rock en la zona. A lo largo de los años, también se realizaron pequeños festivales de rock y géneros alternativos.

En 2015, se llevó a cabo el evento  De Tradición y Nuevas Rolas , que presentó bandas de rock indígena del sur del país en las afueras del gimnasio de esa colonia, marcando un hito como uno de los primeros eventos con una producción más elaborada en la zona.

Otra presentación notable fue la dela banda de heavy metal Lvzbel con Arturo Huizar en 2005 en La Casa del Mole, en la Delegación La Mesa, que atrajo a una audiencia mayoritariamente del este de la ciudad. Este evento evidenció la presencia de seguidores del llamado "rock urbano", de  gran arraigo en la Ciudad de México.

El punk rock también encontró su espacio en lugares   como el taller mecánico El Bache de Oro, que acogió varias tocadas de punk/hardcore a inicios de la década pasada. Además, se organizaron festivales en centros comerciales como Plaza Oasis y Paseo 2000, promovidos por músicos o tiendas de rock locales como El Arca y Heaven and Hell Piercing And Rock Shop, con bandas de diversos estilos a mediados de la década pasada, retomandose hace unos meses.

A pesar de las dificultades, estos esfuerzos han contribuido a la posibilidad de establecer una escena musical    alternativa en la zona         este de Tijuana, mostrando el potencial de esta área para acoger una diversidad de    géneros más allá de sus preferencias tradicionales.

HISTORIAS DE UNA PRIMERA ESCENA

Una historia destacada es la del dúo The Jumping Beans, un joven matrimonio que ha estado en los escenarios desde 2008 y ha logrado cruzar la frontera, llegando incluso a la Ciudad de México. Establecidos ya como una referencia del sonido garage punk en la frontera, comentan con humor: “…Nuestra primera tocada fue en 2008, en una privada allá por El Florido, y así hicimos nuestra primera gira que llegó hasta el Mariano y la Anabel…”.

Recuerdan las tocadas caseras en la Zona Este, compartiendo escenario con bandas como La Tía Juana, La Burra Pinta y Los Mediokres. Entre las bandas de la época, destacan Konflicto 89, Calafia Puta, y una banda cuyo baterista era ciego, aunque no recuerdan el nombre. También mencionan la aparición de Floriwood. Hablando de su primera tocada en un parque de El Florido, afirman que en ese entonces la mayoría de los eventos eran en casas o parques, hasta que comenzaron a participar en la Zona Centro  en las guerras de bandas de Desde El Underground, donde se abrieron las puertas a seguir adelante dentro de la escena musical de la ciudad.

Otra banda que ha destacado es Bailarina Sin Cabeza, integrada por jóvenes del Blvd. 2000 y sus alrededores. Ellos definen que en inicio buscaron crear un estilo como punkteño, una fusión de punk rock con música regional mexicana. Al principio, fue difícil para la banda encontrar lugares para tocar debido a la falta de seguidores, lo que los llevó a enfocarse en eventos privados y locales cercanos. Sin embargo, todo cambió cuando tocaron en La Caja del Sapo, donde empezaron a ganar seguidores fieles y conectaron con otras bandas locales, creando una comunidad de apoyo mutuo.

Albert Cobain, seguidor de la escena tijuanense, ha relanzado su proyecto de difusión llamado Revolución Local, y destaca la importancia de La Caja     del  Sapo: “…Es una oportunidad para las bandas de Tijuana. Gracias a la   visión de Eduardo y el apoyo de promotores, bandas como Antarex, Sciencx y West Wolf han encontrado un espacio en la escena. Su reciente festival ha    tenido un gran impacto, y La Caja del Sapo merece ser reconocida…”.
 

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LA CAJA DEL SAPO

El rock finalmente ha encontrado su espacio en la Zona Este de Tijuana, gracias al esfuerzo constante en un área alejada del centro de la escena musical. La Caja del Sapo ha emergido como un punto clave en esta revolución creativa, similar a movimientos en otras partes del mundo, como el punk en los años 70. Es el momento de construir una identidad cultural de resistencia en la Zona Este.

Eduardo, el dueño, explica que su interés no era solo por la música, sino por la cultura. "…En la secundaria empecé a escribir obras y eso despertó mi interés…", dice. Sin embargo, en la preparatoria dejó un poco la educación y cultura para enfocarse en lo económico. Siempre fue independiente y decidió trabajar para perseguir sus propios sueños. "…Después de cumplir con lo que la sociedad esperaba de mí, como estudiar y tener un buen trabajo, decidí que era momento de hacer lo que realmente quería…". Así nació La Caja del Sapo, el proyecto que siempre soñó.

Eduardo cuenta que al principio solo pensaba en crear un lugar para que la gente viniera, pero luego se dio cuenta de que lo que realmente quería era apoyar a las bandas, ofreciéndoles lo que él no tuvo a los 17 años. Ahora, con 45, recuerda cómo las oportunidades eran más limitadas antes y se dijo: “…Si puedo ayudar ahora, ¿por qué no hacerlo?...". Pensó en los jóvenes que quieren formar una banda, pero enfrentan restricciones, y decidió ser quien les diera esa oportunidad en Tijuana, sin tantas barreras. Lo sorprendente es que, al final, se dio cuenta de que hay mucha más gente con el mismo sueño, y su proyecto creció. Luego se unieron los bikers, a quienes  les abrió las puertas, recibiendo el apoyo de los clubes Vagos y Forasteros.

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LA DANZA DE LA BAILARINA SIN CABEZA

Bailarina Sin Cabeza también ha encontrado en La Caja del Sapo un espacio ideal: “…No fue hasta que tocamos allí que empezamos a ganar seguidores fieles…”. Ellos valoran el apoyo entre las bandas locales, que comparten seguidores y promueven los conciertos de otras agrupaciones.

De hecho. Bailarina Son Cabeza es una banda de casa, como lo comenta el propio Eduardo: “…Ellos llegaron en noviembre al mismo tiempo que abrimos con un buen concepto pero estaban un poco escondidos. Les ofrecí apoyo y ahora están despegando, con proyectos en diferentes lugares. Esto demuestra que estamos haciendo algo bien. A pesar de los estigmas sobre el rock, hay una gran hermandad entre nosotros, y tratamos de crear un espacio donde todos se sientan bien…”. 

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CONCLUSION

Gracias a: Los Jumping Beans, Albert Cobain (Revolución Local), Bailarina Sin Cabeza, Manuel  Noctis (Nomadas Press) y al Maestro Armando Estrada (Culturas Populares BC) por su participación en la elaboración de esta nota.

Imágenes tomadas de Google Maps y   FB de las bandas y proyectos participantes. 

  

El estudio de grabación El Nosocomio, de Floriwood, es otro avance significativo, proporcionando un espacio para grabaciones y sesiones en vivo para bandas locales, lo que añade una nueva dimensión a la actividad cultural de la Zona Este.

Eduardo ve con optimismo el presente y futuro de La Caja del Sapo: “…Todo comenzó con una venta de camarones para financiar mi proyecto. Mañana, me gustaría que La Caja del Sapo sea un espacio importante en el este de Tijuana, donde bandas de Tijuana, Mexicali, Tecate y Ensenada encuentren apoyo. Empecé con una terraza pequeña, soy electromecánico y lo que gano lo invierto para mejorar el lugar y hacerlo más cómodo para las bandas. En esta parte de Tijuana no había espacios para el rock, todo estaba en el centro o Plaza Fiesta. Ahora, con el crecimiento de la ciudad, es clave tener puntos de encuentro en todas partes. Muchos no pueden ni pagar el transporte para ir a otros lugares, pero aquí estamos para apoyar y soñar juntos. En el este de Tijuana, antes solo había lugares para música norteña, pero somos pioneros ofreciendo algo diferente, algo que nos representa…”

A pesar de los desafíos, las bandas, promotores y seguidores del rock en la Zona Este están construyendo algo auténtico y relevante. Con cada paso, están forjando una identidad cultural única, llena de potencial y pasión. El futuro del rock en esta área no solo está en construcción; está en ebullición. El esfuerzo colectivo está creando una escena que promete ser un faro de   resistencia, reafirmando el espíritu indomable de la Zona Este de Tijuana.

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